
El ingeniero de padre empresario y millonario, ya había esperado en 2003 cuando fue derrotado en el balotaje porteño con el trago amargo de haberle ganado en primera vuelta a Aníbal Ibarra, cuya destitución por el caso Cromañón, algunos creen que le facilitó -como la presidencia de Boca- llegar a su primer cargo ejecutivo electo. La permanencia fue otra cosa, corrió por su propia cuenta y destrezas (va por el tercer período para el PRO en el distrito porteño).
Macri, el PRO y sus versiones anteriores le imprimieron a la caminata electoral un estilo marketinero que ya nadie se anima a criticar. Timbreo al estilo evangelizador, nada de acarreos, mucho color y una difusión potente. Son técnicas estudiadas y emuladas que hasta le obligaron a una corrección vocal, a afeitarse el bigote y en la última temporada marcar tendencia vistiendo siempre una camisa celeste. Folclore de algarabía, colores y piruetas.