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  Dirección y contenidos PATRICIA GARCÍA, periodista

13/5/12

Historia de la Línea A del subte



Nació en 1911, debutó en 1913. Sus vagones originales siguen por los rieles. Una joya del patrimonio porteño que es hora de renovar, pero también de conservar.



El centenario de la patria llegó en momentos de gran convulsión interna, pero con muchos regalos y visitas importantes. Además de los conocidos monumentos, obsequios de extranjeros, se anunció la construcción del primer subte porteño...

En otras latitudes le llaman “metro” como una derivación, aseguran, de la Metropolitan
Railway, que gestionó el primer tren subterráneo del mundo, en Londres, en 1863, unas décadas antes de que el transporte se anclara en Buenos Aires.
Cuenta el joven historiador Lionel Contreras en “Buenos Aires y el transporte” que “el primer antecedente para la construcción de un subterráneo en nuestra ciudad, data del año 1886, cuando una casa de comercio presentó un proyecto al Congreso para construir un túnel que uniera la vieja
Estación Central con la Plaza Once “.

Buenos Aires tuvo su status consagrándose la primera ciudad América del Sur que construyó el tren subterráneos, y fue la metrópoli número 13 del mundo en contar con ese transporte.


La primera línea fue la A, la que tiene todavía los mismos coches que hace cien años, de madera, impecables, aunque los vagones se bambolean bastante durante el viaje y nos recuerdan más a una carreta que a los “metros” de Europa.


En prácticamente 2 años -26 meses- de construcción a cielo abierto, quedó inaugurada esa línea, que recorrería en principio Primera Junta, desde el barrio de Caballito, hasta Plaza de Mayo. El 11 de diciembre de 1913 se inauguró el primer tramo desde la Plaza hasta Once, el intendente era Joaquín Anchorena. Cuatro meses más tarde se cortó la cinta en la estación Río de Janeiro y en otros tres meses se completó hasta Primera Junta. Ciento setenta mil personas se subieron al tranvía subterráneo en su debut . En el acto también estuvo el presidente Roque Saenz Peña.


A mayo de 2012 pasaron 5 años durante los cuales el gobierno de Mauricio Macri no logró inaugurar dos estaciones de extensión de la línea B, que corre bajo las avenidas Corrientes-Triunvirato, cuando las encontró avanzadas en su construcción tras las gestiones de los ex jefes de gobierno, Aníbal Ibarra y Jorge Telerman.


Las obras para la línea A las realizó la "Compañía de Tranvías Anglo Argentina".


los primeros coches fueron 4 ingleses 'United Electric' y 46 belgas 'La Brugeoise', que siguieron por los rieles hasta 2013.


Algunos números: trabajaron 1.500 personas, excavaron 440.000m3 de tierra que se usó para rellenar alrededores del cementerio de Flores y la avenida Velez Sarsfield, se pusieron 31 millones de ladrillos, se gastaron 108.000 barricas de 170 kilos de cemento y 13.000 toneladas de tirantes de hierro.






En diciembre de 2008, Macri inauguró las estaciones Puan y Carabobo que casi le habían dejado listas Ibarra y Telerman, extendiéndose así la A, que corre bajo la avenida Rivadavia, hacia el oeste.


Las 14 estaciones originales de la A y las de C, D y E, fueron declaradas Monumento Histórico Nacional en 1997 por considerarse "verdaderos testimonios del espíritu cosmopolita y abierto de nuestra nacionalidad".


Distintivo


Hasta que se privatizó el gerenciamiento del servicio, desde su inicio las estaciones y las líneas tenían color que las diferenciaba entre ellas. En la A se dispusieron azulejos de distinto color para cada estación, haciendo más sencillo orientarse y especialmente para quienes no sabían leer. La obra tuvo también su diseño estético con la colocación de murales en algunos andenes.


En 2000 en el túnel que se recorre para combinar las estaciones Lima y Avenida de Mayo de la línea C se descubrieron tres murales firmados por Hermenegildo Sábat alusivo al tango y creado por del historietista Horacio Altuna.