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  Dirección y contenidos PATRICIA GARCÍA, periodista

20/9/19

Camisetas que mudan de barrio. Para recordar.

Escribe
Raúl Ramirez
Antigua estación de tren. Nicolás Martín Moreno y sus amigos
 Julio Guglielmone y Martín Portillo se reunieron
en la Estación Vélez Sarsfield y de allí surgió la idea de armar un club deportivo.
Muchas veces se toman como verdades absolutas, imprecisiones que se van transmitiendo con el paso del tiempo. Eso ocurre con muchos clubes del fútbol argentino, que se atribuyen una ubicación barrial distinta a la realidad. Aquí, un panorama de alguno de los 100 barrios porteños, que tampoco son tantos.

Los Gauchos de Pompeya; Los Bichos Colorados de Villa General Mitre; Los Albos de Monte Castro. ¿Qué es esto? ¿Murgas carnavaleras? ¿Equipos de baby fútbol?. Nada de eso. Son los tradicionales apodos de siempre, pero aplicados al barrio en el que realmente están San Lorenzo de Almagro, Argentinos Juniors y All Boys.
Así como en el mercado inmobiliario hay una tendencia a hacer de goma los límites de ciertos barrios marketineros, estirándolos en detrimento de otros que venden menos, por causas distintas que podemos vincular con el apego a la imprecisa tradición oral, la pereza de algunos periodistas y la simple desinformación, hay una notable cantidad de clubes porteños a los que habitualmente se les atribuye una ubicación barrial distinta a la realidad.
Y conste que no hablamos de todos aquellos clubes que llevan al barrio de origen en su nombre, y que luego han debido buscar su destino más cerca o más lejos del pago chico que los vio nacer (Vélez Sarsfield en Liniers, Chacarita Júniors en San Martín, San Telmo en la Isla Maciel, Almagro en José Ingenieros, Colegiales en Munro, Atlético Lugano en Tapiales, Liniers en Villa Industriales).No, aquí hablamos de los casos en los que el club se identifica con un barrio, porque en él supuestamente tiene su cancha, pero a poco urgar en la toponimia porteña descubrimos que la referencia geográfica es equívoca.

El caso de San Lorenzo es notable: lleva a Almagro en el nombre y a Boedo en el corazón, pero todo el mundo cree que su casa, el Nuevo Gasómetro, está en el Bajo Flores, cuando en realidad se ubica en Nueva Pompeya. En el confín de Nueva Pompeya para ser mas precisos, ya que cruzando la Avenida Varela empieza el barrio vecino (que tampoco es Flores), motivo por el cual la modesta canchita de Deportivo Riestra, que se cobija a la sombra de la mole de cemento azulgrana, queda en Villa Soldati.


Y a propósito de Flores (y de su versión proletaria, el Bajo Flores), digamos que es uno de los “barrios de goma” de los que hablábamos, por lo que también se le atribuyen comarcas que en realidad están mas allá de sus límites, y pertenecen al barrio Parque Avellaneda, incluyendo la esquina de Avenida Asturias y Santiago de Compostela, donde se erige el estadio del Deportivo Español. Parque Avellaneda es una barriada cuya tradición futbolera no es recordada como merecería, pese a que se remonta a la primera década del siglo pasado, donde fue escenario (entonces el espacio verde que le da nombre se denominaba Parque Olivera) de numerosos y concurridos duelos futbolísticos, como la final de la Copa Competencia de 1907 de 3ra. División entre Racing y Atlanta.


Curioso es lo que ocurre con Huracán, al que parece haber preservado algún hincha del Globo a la hora de trazar los límites barriales: es que la avenida Amancio Alcorta corre separando a Barracas de Parque Patricios, y el Palacio Tomás A. Ducó está en la mano par, por lo que debería quedar en Barracas: pero llamativamente a la altura del estadio el límite se desplaza a Miravé, la calle que pasa por detrás de la cancha, y luego retoma Amancio Alcorta, formando una especie de península que deja a Huracán en donde debe estar: Parque Patricios.


Más conocido es el caso de uno de los más grandes de nuestro fútbol, River Plate, a quién algunos insisten en llamar “el equipo de Núñez”, siendo que el Monumental queda en Belgrano. La confusión es aquí de vieja data: no olvidemos que cuando River llegó a su actual emplazamiento, en la década del 30, el lugar era un páramo, imprecisamente identificado con Núñez: los lectores que no se cuezan ya en un solo hervor, recordarán que al actual Parque Norte, ubicado aún mas lejos de ese barrio, se lo conocía antes como “las piletas de Núñez”, barriada que en realidad empieza recién cruzando la Avenida Udaondo, a partir del Tiro Federal.


El caso opuesto es el de Defensores de Belgrano, que vive desde hace más de 90 años en el Bajo, pero no en el de Belgrano, sino en el de Núñez, concretando una táctica guerrera digna del barón von Bismarck ya que defiende a Belgrano, pero desde afuera.


En realidad Defensores fue fundado en 1906 en la Plaza Alberti, en Belgrano, pero un lustro después ya estaba donde hoy, en la esquina de Libertador y Comodoro Rivadavia (entonces Blandengues esquina arroyo Medrano) cuando Núñez aún no era un barrio “autónomo”, sino que formaba parte de Belgrano.


Y hablando de Núñez ¿cuantas veces se dijo que el inolvidable y añorado reducto de Platense, de Manuela Pedraza y Crámer quedaba en Saavedra, barrio cuyas paredes dan reiterada fe de su fidelidad calamar, cuando en realidad el estadio quedaba en Núñez?


Pero hay más: Argentinos Juniors, indisolublemente ligado a La Paternal, en realidad lleva 60 años radicado en el muchos menos conocido barrio de Villa General Mitre, que empieza al sur de Alvarez Jonte. La Paternal albergó al viejo estadio de la Avenida San Martín, donde los bichitos dieron sus primeros pasos profesionales, pero la obligada mudanza posterior lo sacó del barrio geográficamente, aunque no por lo visto en la consideración popular.
¿Y All Boys? Su barrio es Monte Castro, que se extiende hacia el Oeste de la esquina de Joaquín V. González y Juan Agustín García, dejando al escenario albo de Alvarez Jonte y Mercedes fuera de Floresta, que sin embargo sigue identificándose emblemáticamente con el club.

Si esta nota hace flaquear su identidad barrial, quédese tranquilo: el barrio, como los colores del club querido, se lleva en el alma, y está mas allá de las ordenanzas municipales que fijan límites e imponen nombres. Pero de todos modos, no está de más saber que en el remanido Bajo Flores no hay ninguna cancha de A.F.A. y que más de un barrio olvidado también es escenario del fútbol nuestro de cada día.